A pocos minutos antes de la medianoche Mariah Carey sale de su limosina negra. Ella se mueve rápidamente hacia el oscuro lobby del Tribeca Grand Hotel de Manhattan, un guardaespaldas al frente, una asistente detrás. Ella lleva un ramo de rosas. Cruza por el lobby como avión de guerra: refinada, rápida, brillante, y costosa. Su cabello con rayos de platino está firmemente amarrado en una cola. Ella viste una firme chaqueta de dril y unos ajustados jeans de Sergio Valente. Sus zapatos son abiertos en las puntas y de tacón alto, pero eso no la detiene. Las palabras "tiempo" y "dinero" vienen a la mente. Su manager (quien también lleva rosas) me apunta y Mariah saluda, hace un gesto de "espera un minuto," y desaparece en el elevador. Todo el episodio es como el destello de una pulsera de diamantes.

"Déjame darte una pequeña advertencia," dice Carey cuando camino hacia su cuarto de hotel unos minutos antes. Su voz es baja, casi de murmullo. El cuarto está lleno de una cantidad de rosas que usualmente no verías afuera en las floristerías. "Estoy cansada," ella dice, aunque ella no lo parece. "Y quiero que me digas cuando deba ser concisa, porque el hecho de que estoy exhausta no ayuda en mis espirales."

"¿Has comido la cena?" le pregunto. "No. Y no he comido el desayuno ni el almuerzo..." Ella medio-canta el "ni," lo alarga mucho; es gigantesco, estilo manos-en-las-caderas, ojos-bien-abiertos, un "ni" que llena el cuarto. "Pero tengo los restos de una barra de proteínas," ella suspira. "¿No es esto glamoroso de mi parte?"

"¿Cómo ha sido tu día?" le pregunto. "¿Mi día?" dice ella. "Mi día ha perdurado por, como, tres días!" Ella cae en el sofá. Su cara maquillada, cejas depiladas. Hay escarcha en su pecho. Su camisa es negra y transaparente - Givenchy - ella tiene un corpiño por debajo. Ella acaba de regresar de una reunión con los ejecutivos de su nueva disquera, Virgin, en donde ella les colocó su nuevo álbum, "Glitter," por primera vez. Como muchos fanáticos de la música, Virgin compró el álbum de Carey sin saber que había dentro. A diferencia de muchos fanáticos, se dice que establecieron un estimado de $23 millones - la cifra más alta que se ha pagado por un solo álbum - para tener el privilegio. "Hice este contrato sin que nadie haya escuchado una nota de música," ella dice.

¿Estaban ellos preocupados?" le pregunto. "Probablemente," dice, con una ceja arriba, como si dijera, ¿no lo estarías tú? Carey no parece preocupada. A los treinta y uno, más de una década después de su debut a los diecinueve años, ella es la madrina de las divas de hilo dental, las Britneys y Christinas y las Destiny's Childs para quienes el poder propio y auto revelación están completamente enlazados y cubiertos de dulce con un rango de múltiples octavas. La voz de Mariah, sin embargo, es un Howitzer comparada con las pistolas de agua de otras cantantes, su no del todo arma secreta.

Virgin está apostando, pero no es algo irracional: Carey ha vendido más de 140 millones de discos desde "Mariah Carey" en 1990. Ella ha logrado obtener quince singles número uno, colocándola en tercer lugar detrás de los Beatles (veinte) y Elvis Presley (diecisiete o dieciocho, dependiendo en si se cuenta a "Don't Be Cruel" y "Hound Dog" como una o dos grabaciones). Sus éxitos se han mantenido por más semanas (sesenta) en el tope que cualquier otro artista, incluyendo los Beatles (cincuenta y nueve). Ella logró obtener una canción número uno por cada año de los '90s, la única artista en lograrlo.

Su nuevo álbum es el soundtrack de su película "All That Glitters," la cual ella protaginiza. Es la historia de una niña de razas mezcladas quien fue abandonada por su padre blanco, separada de su madre negra, y criada por padres adoptivos. Como adolescente ella se la pasa en los clubs de Manhattan, es descubierta por un DJ, se enamora, y se convierte de la noche a la mañana en una sensación. El romance termina mal; ella busca a su madre perdida. Lo cual es decir que se trata de alguien con algo más que un parecido a Carey. Además de hacer el soundtrack y co-producir el film, M.C. trabajó con la guionista Kate Lanier, quien escribió "What's Love Got To Do With It."

"Tuve esta idea cuatro años atrás," dice Carey. "Y la gente decía, '¿los '80s? Nadie está listo para los '80s. Yo decía 'Me siento muy bien con los '80s, porque es nostálgico.' Algunos de los ejecutivos estaban preocupados de que fuera muy pronto, y la gente no estaba lista para eso. Y yo les dije "Confíen en mí, sí lo están" Según el director Vondie Curtis Hall, "Es un paradigma clásico de Cenicienta, al estilo "Funny Girl." M.C., la Barbra Streisand del hip-hop.

"La mayoría de las megaestrellas no tienen el tiempo o la paciencia para involucrarse en un libreto," dice Lanier. "Pero Mariah se la pasaba en mi cuarto de hotel, leyendo páginas y dándome sus opiniones. Eso me conmocionó." Lanier dice que M.C. no era del todo la persona que ella esperaba. "Yo pensaba en pop. Pero ella quería hacer algo oscuro y arriesgado. No pensé que ella fuera tan sofisticada o inteligente, pero de veras lo es."

Todo esto sugiere que quizás Mariah no es esa estrella del pop dulce con la voz de diva, controlada por un genio detrás de las cámaras, lo cual, para ser honesto, es como yo me lo imaganaba. La cultura pop de hoy en día es tan dirigida, es difícil imaginar a alguien como M.C. sin un Svengali que le diga qué hacer. Y aunque ella fue lanzada por el presidente de Sony Music, Tommy Mottola, con quien se casó en 1993 y se divorció en en '97, ella ahora parece ser la dueña de sus propios actos, escribiendo y produciendo canciones, protagonizando una película que trae influencias de su propia vida. Su eufemismo para el matrimonio es "la situación," y lo que eso aparentemente dió a entender, además de la historia de Cenicienta, fue la historia de Rapunzel: M.C., encerrada en su castillo de Bedford, New York, deseando salir y tomar control de su vida.

Muy bien, ella salió. Sentada en el sofá con una copa de vino blanco en la mano, los pies arriba, ella tiene el problema de la comida. 23 millones de dólares te comprarán la cena que desees. Lo que M.C. desea esta noche es macarrones con queso. "No es lo que debería estar comiendo," dice, clavándolo con un tenedor. "Pero hey - me comí la barra de proteínas." Mientras me cuenta sobre su eterno día, su rostro toma un tímido orgullo, como si acabara de entrar a su casa en medio de las renovaciones, pero ella me enseñará el sitio de todos modos, orgullosa de los cambios que ocurren. Todo es un trabajo en proceso.

De inmediato me doy cuenta de sus cejas y sus ojos. Tienen esta cualidad - llenos de esperanza, expectativos, asombrosos, como si ella todavía no creyera su vida. El resto de su apariencia da una vibra de inteligencia, aunque, sabiendo lo que ocurre. Las reuniones, agentes, contratos, los dos brillantes aparatos electrónicos - un pager y un teléfono celular - que están puestos en el sofá. Su cabello, su cuerpo, su manicure, todo dice celebridad, mujer de negocios, diva. Pero sus ojos, particularmente sus cejas dicen, "Mierda! ¿Puedes creer esto?"

"Estaba en España haciendo los vocales para el soundtrack," ella explica. "Yo salgo del país porque este pager y este celular" - ella apunta hacia ellos como si fueran mascotas - "seguirán sonando. Así que estoy fuera de cobertura allá."

En Málaga, ella trabajó en un estudio, el cual solo dejaba cuando su novio, Luis Miguel, venía a visitar. Él es una "enorme superestrella Latina," según ella lo explica. "Fuimos perseguidos porque todos lo aman. Por supuesto," ella añade sin escrúpulos, "Yo tengo algunos fans en España, también."

Le pregunto si ellos hablan de sus pasados. "A muchos hombres no les gusta contar sus historias," ella dice. "¿Quizás es una cosa de poder? Usualmente, yo soy la abierta. Es decir, he pasado por cosas intensas, pero no he estado relacionada con muchos hombres. Puedo contar con menos de una mano los hombres con quienes he estado en mi vida. La verdad odio la idea de tener intimidad con alguien, y luego se acabó." Ella chasquea los dedos. Así que ¿fue ella una mojigata en la secundaria?

"Pues, no. De joven, me paseaba con vestimentas ajustadas, y el maquillaje... Pero no era que yo tenía un novio que fuera en serio o que me la pasaba teniendo relaciones. Yo sabía que no me iba a casar..." Ella voltea sus ojos, da una sonrisa forzada. "Bien, sí me casé, pero yo sabía que no iba a hacer la cosa de esposa de casa."


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